lunes, 27 de junio de 2011

Fin de semana de tango.




Se presentó el “Festival Rafaela Tango 2011”.




El Centro Ciudad de Rafaela presentó “Festival Rafaela Tango 2011” el pasado viernes en Sala Venice se iniciaron los espectáculos con "Milonga" junto a la presencia de los cantantes acompañados al piano por el maestro Mingo Scalenghe. El sábado en el Teatro Lasserre, el Trío La Marroca, Dúo Perren-Duverne y Orquesta Típica El Arrastre hizo lo propio y finalmente, el domingo cerró el festival el Grupo Las Tangas de Santa Fe y Orquesta La Biaba de Rosario.




Algunas cuestiones relacionadas con el origen del concepto y también con su evolución histórica son reseña de un reflejo autóctono y vital para entender la significación que encierra esta música, acercarnos a su estética y, entonces así tal vez, podamos admirar la profundidad de un canto que en si mismo guarda junto a sus mejores intenciones los principios de una filosofía y una poética que hoy nos sigue deslumbrando.
El tango es un género musical y una danza de naturaleza netamente urbana, sensual y de renombre internacional. Enrique Santos Discépolo, uno de sus máximos poetas, lo definió como “un pensamiento triste que se baila”. Por su parte, el historiador Ricardo Rodríguez Mola investigó los lenguajes de los esclavos llevados a la Argentina. La mayoría provenía de etnias de Congo, el golfo de Guinea y el sur de Sudán. Para ellos, “tangó” significaba ‘espacio cerrado’, ‘círculo’ y cualquier espacio privado al que para entrar hay que pedir permiso. Los traficantes de esclavos españoles llamaban “tangó” a los lugares donde encerraban a los esclavos, tanto en África como en América y el sitio donde los vendían también recibía ese nombre. El Diccionario de la Lengua Española de la RAE, en su edición de 1899, definía al tango como una “fiesta y danza de negros o de gente del pueblo, en América” y también, como segunda acepción, “la música de esa danza”.
Una de las primeras características de la música tanguera fue la exclusión de los instrumentos de viento-metal y percusión, quitándole estridencias con el fin de construir una sonoridad intimista y cálida, capaz de transmitir la sensualidad que lo definió desde un principio. Clásicamente, el tango se interpreta mediante orquesta típica o sexteto y reconoce el bandoneón como su instrumento esencial.


Rafaela Tango 2011


El Centro Ciudad de Rafaela presentó “Festival Rafaela Tango 2011” el pasado viernes en Sala Venice a través de "Milonga" con la presencia de los cantantes acompañados al piano por el maestro Mingo Scalenghe. El sábado en el Teatro Lasserre, estuvo el Trío La Marroca, Dúo Perren-Duverne y Orquesta Típica El Arrastre y el domingo el Grupo Las Tangas (Santa Fe) y Orquesta La Biaba (Rosario). Vale señalar que el espectáculo contó con el apoyo de la Comisión Municipal para la Promoción de la Cultura.
Marcelo Actis, director de la Orquesta El Arrastre, comentó que la iniciativa Rafaela Tango 2011 surge como consecuencia de la edición del año pasado, “la idea es que permanezca en el tiempo, que se siga haciendo todos los años donde expresiones locales y vecinas puedan participar”. Uno de los intereses capitales que esconde la intención de mantener y motivar el desarrollo de este tipo de encuentros, recae en vehiculizar un espacio de encuentro para músicos y público, permitiendo que se acerquen conocedores y desconocidos hacia un universo que siempre resulta apasionante.
Comparando con la presentación que se realizó durante el 2010, manifestó Actis “tratamos de no repetir tanto los números. Vino un grupo de Rosario, una orquesta de señoritas de Santa Fe, un dúo de pianos, un trío con cantantes y una orquesta típica”. En estas representaciones se condensan “las distintas formaciones, lo cuál permite que aparezcan de un modo distinto los arreglos, pensando en complacer todos los gustos posibles”. Al momento de reflexionar sobre el futuro, las expectativas “se asientan en mejorar desde el punto de vista de los músicos el intercambio con gente de afuera, que nos vean y podamos ver otras orquestas para enriquecer la experiencia. Tratar de convocar la mayor cantidad de gente posible y aspirar en las próximas ediciones a traer números más importantes”, aseguró el organizador.



Más renovación, más producción local



No resulta inusual advertir en este contexto que panorama presenta en nuestra ciudad la producción local y ante esta instancia, Marcelo apuntó “creo que está mucho mejor que hace unos años, la orquesta municipal también es un ente oficial que hace esta música, El Arrastre que ya tiene 6 años y también han surgido pequeños grupos y tríos. Hay una renovación interesante en los últimos seis o siete años”.
El tango se nutrió de otros géneros como la payada, la milonga campera pampeana, el candombe afroargentino y más tarde la habanera cubana. Si bien reconoce lejanos antecedentes africanos, latinoamericanos y europeos, sus orígenes culturales se han fusionado de tal modo que resulta casi imposible diferenciarlos. En esencia el tango es una expresión artística de fusión, de naturaleza netamente urbana y raíz suburbana que, responde al proceso histórico concreto del mestizaje biológico y cultural de la población rioplatense mayoritariamente europea, a partir de las últimas décadas del siglo XIX.
Ayer y hoy el tango, nutre de poesía un cantar popular que a lo largo del tiempo transmutó sus formas, modificó partituras, se solidarizó con la música electrónica, pero no pudo ni podrá, tal vez porque es invariable a su propia condición, cambiar su esencia, que hoy como ayer está más viva que nunca.




Ana Paula Rosillo.

Cumpliendo cien presentaciones.



Noche de gala para el Ciclo de Música Popular.


La Asociación Cultural Otras Voces y el Centro Ciudad de Rafaela cumplieron una gran celebración el viernes 24 de junio por el undécimo aniversario y el recital número cien dentro del reconocido Ciclo de Música Popular. El lujo fue completo para la ocasión, ya que se presentaron tres referentes de la música del litoral, el rosarino Jorge Fandermole, el paranaense Carlos Aguirre y el chaqueño Coqui Ortíz.


Un gran teatro de nuestra ciudad, se volvió reducto mínimo, cuasi solemne, cercano a las proximidades que se contienen sólo en espacios reducidos. Y esto no fue casualidad, porque una gran virtud cercó los límites de la noche del viernes 24 de junio, cuando subieron al escenario tres artistas que hicieron de las cien presentaciones del Ciclo de Música Popular, un encuentro poblado de ritos. Circunstancia que por cierto, tampoco fue azarosa, porque renació místicamente en cada uno de los acordes, envuelto de melodías donde el Paraná guarda extraños secretos, nuevos rastros de un universo imaginario y simbólico plagado de sensaciones y recuerdos del litoral. El público que ocupó gran parte del Teatro Lasserre, quiso esa noche ser hacedor de un clima único, iluminado escasamente, el ambiente se cargó de instantes mágicos que supieron acompañar con respetuoso silencio.
Los artistas fueron durante la noche, esa noche como tantas otras, artesanos de sonidos naturales, constructores humildes de maravillosas partituras y, a la vez, por si fuera poco, grandes profesionales de la música. Jorge Fandermole, Carlos Aguirre y Coqui Ortiz, quisieron durante el tiempo del encuentro reunirse juntos bajo la alegría del festejo, en las insignias de una celebración importante que hicieron propia y cargaron de sentido en un brindis que iluminó un futuro prometedor para un Ciclo, que apuesta todos los años a crear y desarrollar un concepto musical especial.


Modelo a seguir



Entre algunas preguntas desatadas al final de la presentación, Carlos Aguirre conocido y reconocido como “el negro”, fue en inspiración de sus compañeros la voz de ellos. Recordó haber visitado Rafaela en numerosas oportunidades, contando sin escatimar un total que va entre las nueve o diez. Conociendo de qué se trata producir en su tierra, Aguirre comentó que conoce ese paño y, eso implica marchas y contramarchas, dificultades y temores en el largo camino de la creación popular para las producciones independientes. “A muchos se les ocurre, pero sostenerlo a muy pocos” y, ya cuando dijo éstas palabras, estaba hablando del Ciclo de Música Popular “el trabajo que hacen dentro del país es como una isla, existen otros, pero nunca tanto y con tantos años. Es un trabajo sostenido como una militancia que para mí es muy importante”. Tan necesario y distinto resulta para el músico este espacio, que con orgullo –nos confesó- suele comentar en sus talleres y sus charlas, acerca de este ejemplo que es la vez modelo de gestión para las producciones independientes. Como todas las historias que se cuentan y se hacen, que se construyen al margen de las oficiales, la de la música independiente, encierra los mismos esfuerzos, se fue creando con esos deseos y añoranzas que parecieron haber sembrado un camino que de a poco supo y sabe ir recogiendo sus frutos. “Ese es un camino que se ha hecho cada uno, un poco imaginando, juntándonos, pero no hay una historia tan larga de la producción independiente. Para mí sin dudas es un modelo. Siento por ellos un profundo cariño y existe una admiración compartida”, resumió.


Una ética compartida


El encuentro de Fandermole, Aguirre y Ortiz, por primera vez juntos bajo el sello “Otras voces”, destiló emociones inigualables. El recital dio comienzo con un tema de Aníbal Sampallo, un interesante uruguayo poeta, cantante, guitarrista, arpista y compositor, “para nosotros él representa una composición icónica en tanto síntesis poética de una realidad, por eso nos gustó la idea de abrir con él”. Posteriormente pasearon por el escenario canciones de los tres autores, como “La fortuna de mi guitarra”, “Sueñero”, “Cuando”, “Hispano”, “Sueño de Arena”, “Tres deseos de siempre”, “Río del sur”, entre otras.
Al momento de pensar y referenciar una búsqueda común y compartida entre las letras y sus intenciones, Aguirre disparó “sin dudas hay una misma mirada, que está sedimentada en muchas charlas y discusiones, encuentros y desencuentros”. Las letras entreveradas en las melodías creadas, hablan un mismo idioma que comparte fronteras, recrea paisajes, pinta tonos y matices, de una naturaleza viva cercana al río Paraná y sus costas, próxima al cuidado de los recursos naturales y a la necesidad de vivir en verdadera comunión con ellos.


Comunión río y naturaleza



Había una vez una verdadera comunión de encantos entre la sabiduría del río y el encanto de la naturaleza, no todos supieron encontrarla, menos entenderla y muy pocos apreciarla. De ese contacto surgieron muchas ideas, porque como dijo el músico, “creo que todos los paisajes suenan, son una fuente de sonidos. Suena el viento, los árboles, y los pájaros. En mi caso con el grupo con el que toco, solemos ir a ensayar a la vera del río, nos pasa a veces que hacemos un silencio muy grande antes de empezar y nos da lástima intervenir el sonido en lo que estamos escuchando. Nos parece violento por más que hagamos un acorde que nos guste, hay un diálogo permanente que es muy sensorial”.
Los paisajes a la vera del río no sólo presentan un potencial de vida inabarcable sino que también son orillas y descanso, son fronteras de esperanzas en sus ritmos. La poesía del agua, su remanso, sus diálogos con los isleños, ofrecen un ambiente de arenas húmedas, donde el hombre puede redescubrirse en una naturaleza autóctona y particular. Así las letras hechas canciones, adquieren la sonoridad del viento, cantan a un universo simbólico que une pescadores y lugareños bajo un mismo fango de esperas.



Pasar por Rafaela


“Disfrutamos mucho venir acá y eso habla del trabajo que hicieron la gente del Ciclo, hay personas que vienen porque tienen una sensibilidad puesta hacia esto que podemos dar. El público es exigente, sabe lo que busca y es una responsabilidad y una alegría venir a tocar”, apuntó Aguirre.
Un largo camino acercó bajo los mismos presupuestos éticos y estéticos durante 11 años, autores, poetas, cantantes y guitarristas, que andan cerca de la música popular, cuyas canciones sintetizan lenguaje y originalidad en composiciones que viajan a la vera del circuito comercial. Desde ahí, al costado del camino, organizan y recrean nuevas combinaciones, inauguran ritmos, completan melodías folclóricas y arman un universo imaginario de pequeñas confesiones. Mientras éstos artistas, susurran al oído sus canciones, que son más que canciones, letras, que son más que palabras, miradas, que además de ser una postura, eligen defender causas extrañas en los tiempos que corren, los organizadores del Ciclo saben, eligen ver y agudizar su mirada, gestando así durante once años un compilado armónico y bello, dulce al oído y ávido de nuevas esperanzas.



Ana Paula Rosillo.

Recuerdos de un maestro.


“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año
Y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero
hay los que luchan toda la vida, esos son imprescindibles". Bertold Brecht.


Vive a 15 km de Centenario, un lugar en la provincia de Neuquén que cuenta con 36.000 habitantes.
El hermano Rafael, nació en 1928, hoy cuenta con 83 años, trabajó durante cuarenta en la docencia y en la radio más de 13. Fue un maestro ejemplar, recorrió muchísimos países y ciudades, tuvo incontables amigos y miles de alumnos. Imborrables recuerdos del Colegio San José en Rafaela, son algunas de las piezas que permiten entender su pasión hacia la docencia y su amor a nuestra ciudad. Hoy después tantos años, un referente del diario Castellanos que fue uno de su alumnos, cuenta con la misma caligrafía que su profesor, el esfuerzo por retener la precisión de las letras y la particularidad de un mismo estilo de escritura, fue más fuerte y se imprimió en el tiempo, un tiempo que quiso volver a poner en el centro de la escena a alguien que parece no haberse ido nunca; Rafael Coronel.
En 1950 con sus 22 años y muchas ilusiones a cuestas, apareció por primera vez en nuestra ciudad, precisamente porque el cargo que le ofrecía su superior había sido descartado por otro compañero y entonces las oportunidades de la vida quisieron que así suceda. El hermano Alberto era el director entonces del Colegio San José, “estuve dos años allí, luego en Rosario pero después volví nuevamente a Rafaela 7 años más”. Sus actividades eran múltiples y su dedicación conservaba intacta la perseverancia. Dirigía las misas, procesiones, el vía crisis, fiestas escolares y fiestas de fin de curso, “Rafaela pasó a ser una ciudad para mi inolvidable con mucha gente querida y plagada de ex alumnos”. El grupo de la escuela era muy distinto del de las escuelas actuales; “durante la docencia me dediqué a que mis alumnos aprendieran a leer y escribir, hice poesía toda mi vida. Tengo hermosos recuerdos de gente que me despidió cuando me fui de la escuela de San Martin de los Andes, vinieron muchísimas personas y en la radio era un mundo de gente llorando”.
Honores, no le faltaron no sólo de aquellos que acarician las emociones, sino también de los que brillan en el más literario de los sentidos, ya que le otorgaron una plaqueta en bronce de la comuna y otra de la radio, asumió en sus 83 años Rafael, exclamando como si fuera poco, “ni los siento”.
Su condición de ser un hermano marista, le permitió no solamente vivir en varias ciudades y pueblos, sino conocer el mundo. Europa no fue extraña, allí visitó España, Francia e Italia. Después de ese trayecto y volviendo al país, estuvo en Mendoza, donde uno de sus superiores, le dijo algo que nunca había escuchado “¿tengo un empleo que nadie quiere, lo agarra usted?”. Ese trabajo era en Luján, implicaba 12 horas diarias, con pupilos, donde el estudio, los recreos y las horas cátedra, serían otra vez, durante los próximos 8 años, una nueva impronta que marcaría su destino. Un destino que parecía marcado por la intención de seguir viajando, recorriendo y conociendo, así llegó en 1970 a Cinco Saltos, -una ciudad argentina situada en la zona frutícola del Alto Valle, en la provincia de Río Negro-, donde se desempeñó como director y vicerrector, locutor, presidente de la comisión de festejo y vocal de la biblioteca del pueblo. Un largo camino, poblado de múltiples recuerdos y anécdotas, fue otra vez, la insignia de una vida dedicada a escuchar a los demás y atenta a las necesidades de sus compañeros y alumnos. Actualmente reside muy cerca de Centenario en la provincia de Neuquén y sus palabras autorizan una verdad que marca diferencias, “viajé por todos lados, pero los nueve años en Rafaela fueron inolvidables”.

En defensa a la mujer
Actualmente vive en una zona que se caracteriza por ser “el centro de la fruta”, allí se pueden encontrar muy fácilmente y sin químicos que entorpezcan su crecimiento; manzanas, peras, duraznos, ciruelas, cerezas y guindas, muy cerca del río Neuquén. Al describir rápidamente su lugar, comentó “hay muchísimos bolivianos, chilenos y personas que proceden de todas las provincias argentinas”. Centenario es una ciudad del departamento Confluencia, provincia del Neuquén, que se encuentra al sur del valle del río Neuquén. El nombre fue dado a la colonia primigenia en 1924 como un homenaje al centésimo aniversario de la Declaración de independencia de la Argentina.
También la radio, fue otra de sus grandes pasiones donde pudo conducir un programa durante más de 13 años, aportó su opinión y contribuyó a desarrollar un verdadero mensaje solidario teniendo la necesidad de luchar a favor de los derechos de la mujer, “mi lucha fue contra la discriminación de la mujer en la familia, en la sociedad, en la política y en las iglesias”, dijo. Ni más ni menos que una lucha de larga data donde pocos autorizaron verdades silenciadas, ahí renacía su voz para hacerse oír donde fuese necesario.

Repensando la sociedad
Su opinión actual acerca de la educación surge a partir de la información que proveen los medios de comunicación y en ese sentido aseguró, “se ha venido todo muy abajo, en 39 años pedí una licencia por la muerte de mi madre, porque entiendo que un empleado público que falta un día sin necesidad robó un día al pueblo. Una docente me dijo que no tenía que importarme porque la licencia la paga el estado, pero ¿quién es el estado?”. Lucidez y lógica, responsabilidad y respeto, valores de antaño, que cayeron en desuso, él los enuncia, así las referencias quedan impresas y no al margen. Rafael prefiere elegir esa vía, vuelve a defender sus principios con palabras y actitudes, ejemplos y acciones.
En el mismo registro y bajo la misma línea que unifica un pensamiento común, al momento de exponer sus ideas acerca de la sociedad contemporánea, planteó “hoy hay que tomar en cuenta que la familia ha cambiado, ya no son como las de nuestros tiempos, los chicos están muy despreocupados, nada les importa demasiado. El respeto al maestro o al profesor no existe y eso lleva a que muchos tampoco se sientan felices en la escuela. No estoy conforme con el estado de la educación argentina, actualmente las únicas que quedan bien plantadas son las escuelas rurales, donde hay chicos que están lejos de las ciudades”.
La decadencia social es un germen que transmuta y sin dudas en el ámbito de la educación el escenario no es optimista. Nuevos pasos quedan por recorrer, nuevas situaciones vendrán a repensar la pedagogía cerca de los intelectuales, pero indudablemente los valores tendrán que volver a habitar espacios, contagiar saberes y aglutinar viejos pensamientos. Por eso tal vez, en aquel momento dar clases en Rafaela implicaba una situación totalmente distinta, “había otro grupo de alumnos, no se presentaban problemas de disciplina, nunca los tuve y eso que fueron nueve años”. Un largo camino cercano de un largo andar fue reflejo de varios lugares donde el maestro dejó su huella, “recuerdo otra escuela donde di clases hace ya 34 años, se acuerdan de mi como si fuera ayer y hace poco me han invitado a participar de los 75 años del establecimiento”.

Honores y reconocimientos

Desfilan en su haber, encuentros, despedidas, reuniones con médicos, escribanos, contadores hoy profesionales que fueron sus alumnos de ayer. “En Cinco Saltos estuve 6 años, cuando dejé de ser hermano marista los veintidós maestros que tenía en mi cargo me despidieron en Cipolletti y, dijeron en la despedida una frase que es inolvidable ‘nunca fue un director, fue solamente un compañero de trabajo’, ese siento el elogio más grande que me dieron, porque la verdad que tengo una gran alegría de haber cumplido con mi deber y de que la gente me recuerde como lo hace”.
Sus palabras como sus acciones, sus gestos, los pedacitos que crearon sus detalles de vida resuenan hoy, a sus 83 años, como si el tiempo no hubiera pasado, del mismo modo en que las grandes personas dejan huella, con la misma lucidez. Rafael tal vez no tenía ese propósito o tal vez lo tenía sin siquiera haberlo pensado, lo cierto es que se unieron muchos propósitos de interesante valor cerca de pensamientos que quisieron abrirse a otros, sin mezquindades, con profunda dedicación y delicado esmero. Tal vez los resultados no habrán sido buscados o tal vez si, lo cierto es que si hubieran sido buscados, tal vez no habrían sido tan sabiamente vividos, ni tampoco tan merecidos.

Ana Paula Rosillo.