lunes, 27 de junio de 2011

Cumpliendo cien presentaciones.



Noche de gala para el Ciclo de Música Popular.


La Asociación Cultural Otras Voces y el Centro Ciudad de Rafaela cumplieron una gran celebración el viernes 24 de junio por el undécimo aniversario y el recital número cien dentro del reconocido Ciclo de Música Popular. El lujo fue completo para la ocasión, ya que se presentaron tres referentes de la música del litoral, el rosarino Jorge Fandermole, el paranaense Carlos Aguirre y el chaqueño Coqui Ortíz.


Un gran teatro de nuestra ciudad, se volvió reducto mínimo, cuasi solemne, cercano a las proximidades que se contienen sólo en espacios reducidos. Y esto no fue casualidad, porque una gran virtud cercó los límites de la noche del viernes 24 de junio, cuando subieron al escenario tres artistas que hicieron de las cien presentaciones del Ciclo de Música Popular, un encuentro poblado de ritos. Circunstancia que por cierto, tampoco fue azarosa, porque renació místicamente en cada uno de los acordes, envuelto de melodías donde el Paraná guarda extraños secretos, nuevos rastros de un universo imaginario y simbólico plagado de sensaciones y recuerdos del litoral. El público que ocupó gran parte del Teatro Lasserre, quiso esa noche ser hacedor de un clima único, iluminado escasamente, el ambiente se cargó de instantes mágicos que supieron acompañar con respetuoso silencio.
Los artistas fueron durante la noche, esa noche como tantas otras, artesanos de sonidos naturales, constructores humildes de maravillosas partituras y, a la vez, por si fuera poco, grandes profesionales de la música. Jorge Fandermole, Carlos Aguirre y Coqui Ortiz, quisieron durante el tiempo del encuentro reunirse juntos bajo la alegría del festejo, en las insignias de una celebración importante que hicieron propia y cargaron de sentido en un brindis que iluminó un futuro prometedor para un Ciclo, que apuesta todos los años a crear y desarrollar un concepto musical especial.


Modelo a seguir



Entre algunas preguntas desatadas al final de la presentación, Carlos Aguirre conocido y reconocido como “el negro”, fue en inspiración de sus compañeros la voz de ellos. Recordó haber visitado Rafaela en numerosas oportunidades, contando sin escatimar un total que va entre las nueve o diez. Conociendo de qué se trata producir en su tierra, Aguirre comentó que conoce ese paño y, eso implica marchas y contramarchas, dificultades y temores en el largo camino de la creación popular para las producciones independientes. “A muchos se les ocurre, pero sostenerlo a muy pocos” y, ya cuando dijo éstas palabras, estaba hablando del Ciclo de Música Popular “el trabajo que hacen dentro del país es como una isla, existen otros, pero nunca tanto y con tantos años. Es un trabajo sostenido como una militancia que para mí es muy importante”. Tan necesario y distinto resulta para el músico este espacio, que con orgullo –nos confesó- suele comentar en sus talleres y sus charlas, acerca de este ejemplo que es la vez modelo de gestión para las producciones independientes. Como todas las historias que se cuentan y se hacen, que se construyen al margen de las oficiales, la de la música independiente, encierra los mismos esfuerzos, se fue creando con esos deseos y añoranzas que parecieron haber sembrado un camino que de a poco supo y sabe ir recogiendo sus frutos. “Ese es un camino que se ha hecho cada uno, un poco imaginando, juntándonos, pero no hay una historia tan larga de la producción independiente. Para mí sin dudas es un modelo. Siento por ellos un profundo cariño y existe una admiración compartida”, resumió.


Una ética compartida


El encuentro de Fandermole, Aguirre y Ortiz, por primera vez juntos bajo el sello “Otras voces”, destiló emociones inigualables. El recital dio comienzo con un tema de Aníbal Sampallo, un interesante uruguayo poeta, cantante, guitarrista, arpista y compositor, “para nosotros él representa una composición icónica en tanto síntesis poética de una realidad, por eso nos gustó la idea de abrir con él”. Posteriormente pasearon por el escenario canciones de los tres autores, como “La fortuna de mi guitarra”, “Sueñero”, “Cuando”, “Hispano”, “Sueño de Arena”, “Tres deseos de siempre”, “Río del sur”, entre otras.
Al momento de pensar y referenciar una búsqueda común y compartida entre las letras y sus intenciones, Aguirre disparó “sin dudas hay una misma mirada, que está sedimentada en muchas charlas y discusiones, encuentros y desencuentros”. Las letras entreveradas en las melodías creadas, hablan un mismo idioma que comparte fronteras, recrea paisajes, pinta tonos y matices, de una naturaleza viva cercana al río Paraná y sus costas, próxima al cuidado de los recursos naturales y a la necesidad de vivir en verdadera comunión con ellos.


Comunión río y naturaleza



Había una vez una verdadera comunión de encantos entre la sabiduría del río y el encanto de la naturaleza, no todos supieron encontrarla, menos entenderla y muy pocos apreciarla. De ese contacto surgieron muchas ideas, porque como dijo el músico, “creo que todos los paisajes suenan, son una fuente de sonidos. Suena el viento, los árboles, y los pájaros. En mi caso con el grupo con el que toco, solemos ir a ensayar a la vera del río, nos pasa a veces que hacemos un silencio muy grande antes de empezar y nos da lástima intervenir el sonido en lo que estamos escuchando. Nos parece violento por más que hagamos un acorde que nos guste, hay un diálogo permanente que es muy sensorial”.
Los paisajes a la vera del río no sólo presentan un potencial de vida inabarcable sino que también son orillas y descanso, son fronteras de esperanzas en sus ritmos. La poesía del agua, su remanso, sus diálogos con los isleños, ofrecen un ambiente de arenas húmedas, donde el hombre puede redescubrirse en una naturaleza autóctona y particular. Así las letras hechas canciones, adquieren la sonoridad del viento, cantan a un universo simbólico que une pescadores y lugareños bajo un mismo fango de esperas.



Pasar por Rafaela


“Disfrutamos mucho venir acá y eso habla del trabajo que hicieron la gente del Ciclo, hay personas que vienen porque tienen una sensibilidad puesta hacia esto que podemos dar. El público es exigente, sabe lo que busca y es una responsabilidad y una alegría venir a tocar”, apuntó Aguirre.
Un largo camino acercó bajo los mismos presupuestos éticos y estéticos durante 11 años, autores, poetas, cantantes y guitarristas, que andan cerca de la música popular, cuyas canciones sintetizan lenguaje y originalidad en composiciones que viajan a la vera del circuito comercial. Desde ahí, al costado del camino, organizan y recrean nuevas combinaciones, inauguran ritmos, completan melodías folclóricas y arman un universo imaginario de pequeñas confesiones. Mientras éstos artistas, susurran al oído sus canciones, que son más que canciones, letras, que son más que palabras, miradas, que además de ser una postura, eligen defender causas extrañas en los tiempos que corren, los organizadores del Ciclo saben, eligen ver y agudizar su mirada, gestando así durante once años un compilado armónico y bello, dulce al oído y ávido de nuevas esperanzas.



Ana Paula Rosillo.

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