lunes, 27 de junio de 2011

Recuerdos de un maestro.


“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año
Y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero
hay los que luchan toda la vida, esos son imprescindibles". Bertold Brecht.


Vive a 15 km de Centenario, un lugar en la provincia de Neuquén que cuenta con 36.000 habitantes.
El hermano Rafael, nació en 1928, hoy cuenta con 83 años, trabajó durante cuarenta en la docencia y en la radio más de 13. Fue un maestro ejemplar, recorrió muchísimos países y ciudades, tuvo incontables amigos y miles de alumnos. Imborrables recuerdos del Colegio San José en Rafaela, son algunas de las piezas que permiten entender su pasión hacia la docencia y su amor a nuestra ciudad. Hoy después tantos años, un referente del diario Castellanos que fue uno de su alumnos, cuenta con la misma caligrafía que su profesor, el esfuerzo por retener la precisión de las letras y la particularidad de un mismo estilo de escritura, fue más fuerte y se imprimió en el tiempo, un tiempo que quiso volver a poner en el centro de la escena a alguien que parece no haberse ido nunca; Rafael Coronel.
En 1950 con sus 22 años y muchas ilusiones a cuestas, apareció por primera vez en nuestra ciudad, precisamente porque el cargo que le ofrecía su superior había sido descartado por otro compañero y entonces las oportunidades de la vida quisieron que así suceda. El hermano Alberto era el director entonces del Colegio San José, “estuve dos años allí, luego en Rosario pero después volví nuevamente a Rafaela 7 años más”. Sus actividades eran múltiples y su dedicación conservaba intacta la perseverancia. Dirigía las misas, procesiones, el vía crisis, fiestas escolares y fiestas de fin de curso, “Rafaela pasó a ser una ciudad para mi inolvidable con mucha gente querida y plagada de ex alumnos”. El grupo de la escuela era muy distinto del de las escuelas actuales; “durante la docencia me dediqué a que mis alumnos aprendieran a leer y escribir, hice poesía toda mi vida. Tengo hermosos recuerdos de gente que me despidió cuando me fui de la escuela de San Martin de los Andes, vinieron muchísimas personas y en la radio era un mundo de gente llorando”.
Honores, no le faltaron no sólo de aquellos que acarician las emociones, sino también de los que brillan en el más literario de los sentidos, ya que le otorgaron una plaqueta en bronce de la comuna y otra de la radio, asumió en sus 83 años Rafael, exclamando como si fuera poco, “ni los siento”.
Su condición de ser un hermano marista, le permitió no solamente vivir en varias ciudades y pueblos, sino conocer el mundo. Europa no fue extraña, allí visitó España, Francia e Italia. Después de ese trayecto y volviendo al país, estuvo en Mendoza, donde uno de sus superiores, le dijo algo que nunca había escuchado “¿tengo un empleo que nadie quiere, lo agarra usted?”. Ese trabajo era en Luján, implicaba 12 horas diarias, con pupilos, donde el estudio, los recreos y las horas cátedra, serían otra vez, durante los próximos 8 años, una nueva impronta que marcaría su destino. Un destino que parecía marcado por la intención de seguir viajando, recorriendo y conociendo, así llegó en 1970 a Cinco Saltos, -una ciudad argentina situada en la zona frutícola del Alto Valle, en la provincia de Río Negro-, donde se desempeñó como director y vicerrector, locutor, presidente de la comisión de festejo y vocal de la biblioteca del pueblo. Un largo camino, poblado de múltiples recuerdos y anécdotas, fue otra vez, la insignia de una vida dedicada a escuchar a los demás y atenta a las necesidades de sus compañeros y alumnos. Actualmente reside muy cerca de Centenario en la provincia de Neuquén y sus palabras autorizan una verdad que marca diferencias, “viajé por todos lados, pero los nueve años en Rafaela fueron inolvidables”.

En defensa a la mujer
Actualmente vive en una zona que se caracteriza por ser “el centro de la fruta”, allí se pueden encontrar muy fácilmente y sin químicos que entorpezcan su crecimiento; manzanas, peras, duraznos, ciruelas, cerezas y guindas, muy cerca del río Neuquén. Al describir rápidamente su lugar, comentó “hay muchísimos bolivianos, chilenos y personas que proceden de todas las provincias argentinas”. Centenario es una ciudad del departamento Confluencia, provincia del Neuquén, que se encuentra al sur del valle del río Neuquén. El nombre fue dado a la colonia primigenia en 1924 como un homenaje al centésimo aniversario de la Declaración de independencia de la Argentina.
También la radio, fue otra de sus grandes pasiones donde pudo conducir un programa durante más de 13 años, aportó su opinión y contribuyó a desarrollar un verdadero mensaje solidario teniendo la necesidad de luchar a favor de los derechos de la mujer, “mi lucha fue contra la discriminación de la mujer en la familia, en la sociedad, en la política y en las iglesias”, dijo. Ni más ni menos que una lucha de larga data donde pocos autorizaron verdades silenciadas, ahí renacía su voz para hacerse oír donde fuese necesario.

Repensando la sociedad
Su opinión actual acerca de la educación surge a partir de la información que proveen los medios de comunicación y en ese sentido aseguró, “se ha venido todo muy abajo, en 39 años pedí una licencia por la muerte de mi madre, porque entiendo que un empleado público que falta un día sin necesidad robó un día al pueblo. Una docente me dijo que no tenía que importarme porque la licencia la paga el estado, pero ¿quién es el estado?”. Lucidez y lógica, responsabilidad y respeto, valores de antaño, que cayeron en desuso, él los enuncia, así las referencias quedan impresas y no al margen. Rafael prefiere elegir esa vía, vuelve a defender sus principios con palabras y actitudes, ejemplos y acciones.
En el mismo registro y bajo la misma línea que unifica un pensamiento común, al momento de exponer sus ideas acerca de la sociedad contemporánea, planteó “hoy hay que tomar en cuenta que la familia ha cambiado, ya no son como las de nuestros tiempos, los chicos están muy despreocupados, nada les importa demasiado. El respeto al maestro o al profesor no existe y eso lleva a que muchos tampoco se sientan felices en la escuela. No estoy conforme con el estado de la educación argentina, actualmente las únicas que quedan bien plantadas son las escuelas rurales, donde hay chicos que están lejos de las ciudades”.
La decadencia social es un germen que transmuta y sin dudas en el ámbito de la educación el escenario no es optimista. Nuevos pasos quedan por recorrer, nuevas situaciones vendrán a repensar la pedagogía cerca de los intelectuales, pero indudablemente los valores tendrán que volver a habitar espacios, contagiar saberes y aglutinar viejos pensamientos. Por eso tal vez, en aquel momento dar clases en Rafaela implicaba una situación totalmente distinta, “había otro grupo de alumnos, no se presentaban problemas de disciplina, nunca los tuve y eso que fueron nueve años”. Un largo camino cercano de un largo andar fue reflejo de varios lugares donde el maestro dejó su huella, “recuerdo otra escuela donde di clases hace ya 34 años, se acuerdan de mi como si fuera ayer y hace poco me han invitado a participar de los 75 años del establecimiento”.

Honores y reconocimientos

Desfilan en su haber, encuentros, despedidas, reuniones con médicos, escribanos, contadores hoy profesionales que fueron sus alumnos de ayer. “En Cinco Saltos estuve 6 años, cuando dejé de ser hermano marista los veintidós maestros que tenía en mi cargo me despidieron en Cipolletti y, dijeron en la despedida una frase que es inolvidable ‘nunca fue un director, fue solamente un compañero de trabajo’, ese siento el elogio más grande que me dieron, porque la verdad que tengo una gran alegría de haber cumplido con mi deber y de que la gente me recuerde como lo hace”.
Sus palabras como sus acciones, sus gestos, los pedacitos que crearon sus detalles de vida resuenan hoy, a sus 83 años, como si el tiempo no hubiera pasado, del mismo modo en que las grandes personas dejan huella, con la misma lucidez. Rafael tal vez no tenía ese propósito o tal vez lo tenía sin siquiera haberlo pensado, lo cierto es que se unieron muchos propósitos de interesante valor cerca de pensamientos que quisieron abrirse a otros, sin mezquindades, con profunda dedicación y delicado esmero. Tal vez los resultados no habrán sido buscados o tal vez si, lo cierto es que si hubieran sido buscados, tal vez no habrían sido tan sabiamente vividos, ni tampoco tan merecidos.

Ana Paula Rosillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario