jueves, 2 de diciembre de 2010

Espacio de reflexión, crítica y análisis para repensar las tramas sociales actuales.


Finalizó el ciclo “Un por-venir adulto”.

Durante el transcurso de esta semana más precisamente el pasado miércoles en las instalaciones del Centro Cultural Bernardino Rivadavia en Rosario, ubicado en San Martín 1080, finalizó por este año el Ciclo “Un Por-Venir Adulto”, a cargo de las psicólogas Adriana Bueno, Cecilia Pedro y Sandra Piotto, dirigido a padres de adolescentes, docentes e interesados en la temática y contó con el auspicio por el Colegio de Psicólogos de Rosario. Este ciclo tuvo muchas aristas y planteó diversas problemáticas a lo largo del año, entre ellas; “Adolescencia: Problemas de alimentación”, con invitados como; Dr. Héctor Aldo Miglietta (Lic. en Nutrición) y María Laura Bécares. “El rol de los padres en la adolescencia”, tuvo las presencias de Jorgelina Rumene (Abogada), Isabel Tealdi,(Abogada) y Jimena Staurini (Trabajadora Social).

La historia de una necesidad social

En pleno 2001 con el marco contextual que acompañaba la gran crisis económica en nuestro país, comenzaron a llegar al Colegio de Psicólogos demandas de personas que necesitaban ayuda. Como respuesta surge una propuesta y una salida concreta hacia la comunidad por parte de las psicólogas Adriana Bueno, Cecilia Pedro y Analía Piotto. De esto modo y por difícil que parezca, comentan “decidimos formar un espacio de reflexión, donde nos pudiéramos escuchar, buscábamos más que dar una clase magistral sobre un tema, puntuar algunas cuestiones y por sobre todas las cosas, generar un diálogo, donde se pudiera gestar un espacio de escucha y de intervención”. A esta interesante propuesta le incorporaron la necesidad de “hablar acerca de la adolescencia”, puesto que es un tema muy candente no sólo por los cambios sociales generados, sino por la crisis y los cambios actuales.
Una larga permanencia de nueve años recorre el sendero de la trayectoria que supieron primero conseguir de la mano una reconocida psicoanalista, Laura Capela y, posteriormente mantener, teniendo en cuenta siempre la posibilidad de posicionar el análisis desde y partir de una trama social concreta, logrando que el ciclo fuera declarado de interés comunitario.
El modo de armar las temáticas y realizar un recorte social, surgió a partir de observar lo que los medios de comunicación plantean y publican, abordar las problemáticas de las escuelas junto con el interés de las mismas personas que asisten al Ciclo, generaron tópicos muy candentes e incluso hubo propuestas imprevistas, que enriquecieron su desarrollo. Ante la necesidad de estructurar un eje que ofreciera sistematicidad y coherencia, decidimos, apunta Adriana “darle importancia a la palabra, consideramos que a las palabras no se las lleva el viento, algo dejan o nos dejan. Nuestra intención entonces es transmitir algo, dejar alguna pregunta, llevarse una interrogación y ver otros puntos de vista”. Aportando una idea acerca de la búsqueda iniciada, Sandra Piotto explica “me parece que una de las cuestiones que se ha valorado es la de construir un espacio donde esté la posibilidad del diálogo, donde cada uno pueda escucharse aunque sea desde las diferencias, aceptando que el otro pueda pensar diferente y que eso no invalide la posibilidad de escucharnos. Al principio este planteo nos parecía impensable, creíamos que no íbamos a poder lograrlo, buscábamos no imponer ideas sino transmitir lo que pensábamos y dar el espacio para que se plantee el intercambio. La posición que estuvo siempre presente fue la posición del adulto frente a la sociedad que lo atravesaba y lo cuestionaba ante un adolescente que planteaba sus inquietudes”. Un pequeño lema que “nos acompañó fue el placer de pensar juntos”, apuesta Adriana “cuando la gente empieza a distenderse y a intervenir puede ser escuchada, que parece obvio, pero no lo es, detenernos un rato, venir con otros y entre otros a pensar”. Pudimos observar a lo largo del ciclo, menciona Cecilia “que mucha gente se siente aliviada cuando se da cuenta que a otras personas le está ocurriendo lo mismo, que no están solos que no son únicos o raros y eso contribuye a sacarnos de la soledad. Hoy los padres están muy solos, antes estaban acompañados socialmente por una familia más amplia, la escuela, otras instituciones o el estado. Actualmente este desamparo se suma a una sociedad que los avasalla y entonces están muy desprotegidos, por eso creemos que son necesario estos espacios”.

Temas y mucho más

Entre las temáticas y puntos nodales más importantes que gestó el ciclo a lo largo de casi una década de trayectoria, las psicólogas apuntaron que ocuparon un lugar central; los límites, el rol de los padres, el alcoholismo, las drogas, los cambios sociales, las tribus, los abusos y las cuestiones de seguridad actuales, entre otros. Hubo además un recorrido por las escuelas realizando talleres con adolescentes en Rosario y en las regiones aledañas y, este año, trajeron invitados que ocuparon diversas áreas de crítica y análisis. Invitaron a personas que participan en otros espacios sociales, civiles y gubernamentales, pertenecientes a ONG, docentes, tutores y profesionales relacionados con las propuestas abordadas.
Reflexionando acerca del próximo año, las psicólogas coinciden en que lo más importante es sostener el espacio, convocar a otros, promover nuevos ámbitos, porque es poco lo que se conoce y se transmite de mucha gente que trabaja y apuesta a proyectos sociales. “Aunque transitamos por situaciones difíciles hay gente que está dispuesta a repensar, apostar, a ver de qué manera podemos producir una diferencia y si logramos que la gente se valla con una pregunta, habremos cumplido un gran objetivo”, expresó Sandra.


Consejos

El adolescente debe ser cuidado, debe haber un proyecto para él, debe ser considerado como sujeto y no como objeto, tiene que tener la libertad de crecer según sus deseos y potencialidades. El padre tiene que estar cerca, presente, tomar en serio sus preguntas y soportar que les pidan consejos aunque no los cumplan. Generalmente ocurre que los padres piensan más en función de sus necesidades y angustias que las de sus hijos. El de la adolescencia es un proceso largo, complejo y cambiante, por eso es importante restablecer el diálogo perdido y volver a reconocerse a partir de las experiencias anteriores. El hijo no es el niño y a veces hasta cuesta reconocerlo, por eso hay que promover la conciliación y hacer comentarios breves.

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