jueves, 2 de diciembre de 2010

Se realizó el Primer Encuentro Internacional de Literaturas Americanas.


Más de 20 invitados nacionales e internacionales se dieron cita en Rosario para participar de este importante encuentro y debatir, a dos siglos de las primeras emancipaciones políticas del continente, sobre la constitución y consolidación de las literaturas nacionales en América y su proyección hacia el siglo XXI.


Desde el 28 al 30 de octubre se realizó en Rosario el Primer Encuentro Internacional de Literaturas Americanas, “200 años después de la emancipación política”, en el Centro Cultural Parque de España, institución que organiza la actividad junto al Programa Bicentenario de la Municipalidad de Rosario, con la colaboración del Instituto Cervantes.
De la inauguración participaron el secretario de cultura de la ciudad de Rosario, Horario Ríos, el Cónsul de España en Rosario, Jesús María Rodríguez-Andía y el director del Centro Cultural Parque de España, Martín Prieto.
La gran respuesta del público frente a la convocatoria confirma a Rosario como una ciudad cercana a la literatura y los escritores: fue sede del Congreso Internacional de la Lengua y del contra-congreso de Las Lenguas en 2004 y del consagrado Festival de Poesía que se realiza anualmente.
El encuentro tuvo la participación de figuras centrales como; Julio Ramos (Puerto Rico/Estados Unidos), Noé Jitrik (Argentina), César Aira (Argentina), Hortensia Campanella (Uruguay/España), Alan Pauls (Argentina), Horacio Costa (Brasil), Martín Caparrós (Argentina), Ignacio Echeverría (España), Alan Millis (Guatemala), Fabricio Mejía (México), entre otros.
Entre las temáticas más importantes desarrolladas en el encuentro desfilan varias cuestiones; “Los deseos renovados del americanismo”, “De la emancipación política a la emancipación cultural”, “Las literaturas nacionales y sus textos fundadores”, “La literatura rioplatense y sus textos clásicos” y varias reflexiones más en torno de la crónica, la legitimación literaria, las lenguas en conflicto y los antipoetas, por mencionar algunos más.

Deseos y renovaciones

La conferencia de apertura denominada “Los deseos renovados del americanismo”, por María Teresa Gramuglio, hizo referencia a las Literaturas nacionales y/o americanas.
Desde sus comienzos y hasta hoy, la literatura de América latina se encuentra atravesada por esa y otras tensiones inscriptas en su misma formación.
La ocasión y el propósito del encuentro invitaron a pensar, una vez más, en la difícil construcción de un objeto que atraviesa las fronteras de las literaturas nacionales que lo componen. Esta reflexión no puede
ser ajena a las tendencias actuales de la crítica, la historiografía, los estudios culturales contemporáneos, que buscan resolver los problemas epistemológicos y metodológicos que plantea la creciente conciencia
del carácter internacional o transnacional de los más diversos aspectos de la vida social y cultural en la era del capitalismo globalizado.
Posteriormente con la temática “De la emancipación política a la emancipación cultural. Los romanticismos americanos”, María Teresa Gramuglio, Julio Ramos y Harold Alvarado Tenorio, ofrecieron sus posturas al respecto.
El siglo XIX es partícipe de una nueva sensibilidad que impregnó todos los pliegues de la cultura moderna: la dimensión estética, política, filosófica. Y se entreveró en las discusiones –y las ilusiones- acerca de las “naciones” y los “nacionalismos” emergentes en Latinoamérica. Leídos o releídos desde la actualidad, los poemas de Byron y la literatura de Goethe, los paisajes históricos de las novelas de Walter Scout o de Víctor Hugo forman un entramado con los grandes clásicos latinoamericanos –de la María de Jorge
Isaac al Facundo de Sarmiento–, que la crítica literaria actual puede revisar a la luz de una red de diálogos e intercambios transnacionales.

América y multiplicidad

En diálogo con Julio Ramos, consultamos ¿Cuál es su mirada sobre el carácter transcultural de la globalización, sus emergentes y mixturas?
- “La multiplicidad y la complejidad del mundo contemporáneo, se ha transformado también por el capital global. Las preguntas acerca de las dislocaciones espaciales y temporales, creo que podemos explorarlas en campos distintos y ante diversas manifestaciones. Hace poco me tocó conversar sobre la obra musical de un compositor cubano moderno que nació en Francia llamado Amadeo Roldán. Sus modos de composición y su trabajo con distintas temporalidades y ritmos en su música, me parece que explicita un verdadero trabajo con la multiplicidad humana en términos de experiencias diversas y diferentes formas de la memoria que se cruzan a veces violentamente en la experiencia colonial. Amadeo Roldán desde la música venía pensando en la relación de modernidad musical en las tradiciones que él trabajaba, desde Debussy o Stravinski. En este terreno acústico tan erudito él introduce la percusión, a mi me interesan mucho esos ajustes a los que somete la música erudita, cuando introduce los tambores afrocubanos. Realizó musicalizaciones de los poemas de Nicolás Gillén y también trabajó con conjuntos de percusión que lo conectan con los trabajos de John Cage en la década del ’40.
Es bueno pensar en las condiciones que hacen posible que emerja algo nuevo dentro de un campo institucional y, sin dudas, esto tiene que ver con las identidades culturales y con las tecnologías de la comunicación misma. Es interesante repensar la música como espacio múltiple y diverso que condiciona el tiempo, las razas y la memoria”.
Otro de los temas que mencionó en la disertación fue “la metafísica del trabajo y el entorno laboral actual” ¿Cuál es su apreciación?.
- “Uno de los modos de identificar a los ciudadanos hoy en día es por medio de la pregunta si trabajan o no y, a dónde trabajan. Esto de dime a que te dedicas y te diré quién eres. Son preguntas que por un lado tienen sentido económico, por su relación con la inserción laboral, pero además son demandas sociales que funcionan como interpelaciones. A su vez le exigen al sujeto una inserción laboral para sentirse sujeto con valor humano. La paradoja es que esta sociedad –donde el trabajo ha cambiado tanto- no todo el mundo consigue trabajo o cumple con ese horizonte de expectativas demandada para garantizar nuestro ‘valor’ (en término de prestigio o estabilidad emocional). Creo que en las crisis contemporáneas de la transfiguración del trabajo y del tiempo productivo, podemos revisar ciertas historias literarias y culturales. Para el cine es fundamental. Si pensamos en el montaje como técnica de edición es contemporáneo al fordismo y a la producción en serie. Mientras el plano secuencia de Tarkovski está ligado a un tipo de sensibilidad contemporánea que es posterior a los grandes relatos de la productividad y el progreso. El montaje de Tarkovski se opone al montaje dialéctico para Eisenstein o Vertov.
Entonces estas técnicas del cine están vinculadas al tiempo social y a los modos en que la organización técnica y económica jerarquizan los hábitos y la temporalidad del cuerpo mismo.
Creo que es una de las zonas para pensar no sólo desde la sociología y la economía, sino también desde los estudios sobre otras expresiones culturales”.
Finalmente ¿cuál es su mirada actual sobre las literaturas americanas?
- “Es una pregunta muy difícil porque se trata de zonas muy amplias que incluyen al norte y al sur. Implica otras lenguas no solo amerindias sino europeas, entonces es difícil hablar de un modo de literatura americana. Es la multiplicidad misma, pero eso no invalida los intentos de reunirnos para conversar sobre las particularidades o convocarnos a reflexionar nuevos modos de promoverlas y todo aquello que hace a la multiplicidad misma”.

La diversidad es constitutiva de América Latina, no hay entramado social que pueda escapar de la pluralidad constituyente. La posmodernidad a su vez, acarrea la globalización intrínseca de las fronteras que algunas vez dividieron países. Hoy, la hibridación cultural, racial, religiosa, cultural, es un emergente originario de las nuevas tendencias sociales y por lo tanto colectivas, históricas, culturales y artísticas. No es extraño entonces que podamos, como latinoamericanos, reconocernos en la imagen latente y presente de esa hibridación. Será hoy éste un reconocimiento necesario y la literatura, la música, la danza, el teatro y cine, materiales expresivos e irrupciones inestables de particularidades nacionales y nuevos horizontes cercanos.



Ana Paula Rosillo.

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