jueves, 2 de diciembre de 2010

Invitados de Lujo: Noé Jitrik y César Aira



El Primer Encuentro Internacional de Literaturas Americanas realizado en Rosario del 28 al 30 de octubre, desplegó reflexiones en torno a las literaturas nacionales y sus textos fundadores. César Aira con encanto y sutil delicadeza supo desmitificar “Amalia” una de las primeras novelas argentinas. Por su parte Noé Jitrik apeló a repensar la literatura como una construcción y “lo fundacional” como inamovible y destinado a permanecer. Dos escritores mundialmente reconocidos, dos autores.

Dentro del Primer Encuentro Internacional Literaturas Americanas, 200 años después de la emancipación política, se presentó el panel “Las literaturas nacionales y sus textos fundadores”, junto a Noé Jitrik, César Aira y Sandra Contreras, en la coordinación.

César Aira

Es un escritor y traductor argentino. Desde 1967 vive en Buenos Aires. Ha publicado más de sesenta obras, sobre todo novelas cortas. Es uno de los escritores más prolíficos de las letras argentinas, habiendo publicado más de treinta libros: desde 1991 publica anualmente de dos a cuatro libros de cerca de cien páginas de extensión. Su novela "Cómo me hice monja", publicada en España en 1998, fue elegida una de los diez mejores publicados en aquel país. En diversos diarios y revistas pueden leerse sus ensayos, breves y sagaces, sobre distintos autores. Ha dictado cursos en la Universidad de Buenos Aires (sobre Copi, Rimbaud) y en la Universidad de Rosario (Constructivismo, Mallarmé), y ha traducido y editado en Francia, Inglaterra, Italia, Brasil, España, México y Venezuela. Recibió la beca Guggenheim en 1996.

Noé Jitrik

Es "Profesor en Letras", Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1953; Doctor H.C. en la B.U.A.P. de Puebla, en la Universidad Nacional de Cuyo y en la de la República (Uruguay); Profesor Honorario de la U.B.A y de la Universidad de los Andes (Venezuela), Ad-Honorem en la Universidad de la República (Uruguay).
Enseñó en las Universidades Nacionales de Córdoba y Buenos Aires (Argentina), Besançon (Francia), El Colegio de México, U.N.A.M. (México), desde 1960; complementariamente, como invitado, en Indiana University, University of California (Estados Unidos), San Juan de Puerto Rico, CELARG (Venezuela), Universidad Nacional de Colombia, Universidad Católica de Chile y otras. Fue Investigador Principal del Conicet (Argentina). Dirige el Instituto de Literatura Hispanoamericana (Facultad de Filosofía y Letras, U.B.A., Argentina). Publica desde 1956 pero, a partir de 1987, entre otros, La vibración del presente (1987), Lectura y cultura (1987), El balcón barroco (1988), Historia de una mirada (1992), Historia e imaginación literaria (1995), Suspender toda certeza (1997), Vertiginosas Textualidades (1999), Los grados de la escritura (2000), Línea de flotación (2003), entre otros.
Obtuvo Premio a la Trayectoria Artística 1999 Fondo Nacional de las Artes (Argentina), Premio al Mérito Konex 2004 y 2006, Premio Konex de Platino (2006). Columnas periodísticas en Reforma (México) y en Página 12 (Argentina).


Las literaturas nacionales y sus textos fundadores.


El voluntarismo que impregnó el programa de los intelectuales americanos después de las guerras de independencia se expresó no sólo en el diseño de proyectos de Nación sino en la postulación de culturas nacionales que fundaran, entre otras manifestaciones, una literatura propia. Algunos textos asumieron, programáticamente, esta voluntad; otros se encontraron con ella, tal vez sin premeditación, y años después, o por obra de las lecturas y del tiempo cuyo decurso cambia los libros.
La lectura que hoy hacemos de Sarmiento, de Mármol, de Payno, o de Isaacs, pero también de Darío, de Macedonio, de Lezama Lima o de Borges, puede volver a mostrarnos el carácter mítico y ficcional y hasta la falla y el malentendido que subyace en la fundación de una literatura nacional.
A mediados del siglo XIX José Mármol publica la primera novela argentina Amalia. Mientras la poesía decrece su espíritu combativo y se vuelve hacia lo anecdótico y sentimental: Carlos Guido y Spano y Ricardo Gutiérrez, las crónicas costumbristas: Vicente Fidel López, Lucio V. Mansilla y Juana Manuela Gorriti y las históricas: Bartolomé Mitre y Domingo F. Sarmiento, testimonian el sentimiento de la organización nacional.

Desmitificación

César Aira eligió “Amalia” como el gran tema de su disertación y desmintió los honores que pudo haber recibido. Enunció varias cuestiones acerca de las implicancias del gusto en cuestión literaria. Precisó diferenciaciones entre “lo bueno” y “lo malo”, como una cuestión de época. Estableció consideraciones respecto de la falsa superioridad del gusto y anunció “todo gusto es adquirido y depende de la convención de la época, en este sentido, todo es convención e incluso que haya literatura es convención”. Al añadir conceptos acerca de la literatura, explicó “la literatura es ‘literatura de una huída´ e implica un camino abierto que está facilitado por el realismo. No hay a su vez un gusto eterno o clásico”.


La literatura y dos parábolas


Noé Jitrik comenzó su exposición anunciando dos cuestiones paradigmáticas de la literatura en tanto construcción y como biblioteca.
“El texto literario es un edificio en construcción está organizado mediante saberes, necesidades y conglomerados. Posteriormente viene un tiempo de organización de la obra. Algunos materiales quedarán cubiertos mientras que otros no. Terminada la obra los constructores se van”. Indudablemente los escritores salen y los que “ocupan” la obra son los lectores y en este sentido, estableció dos categorías. Los que comprenden, es decir aquellos que le dan sentido porque pueden percibir los materiales con los que está hecha y, los que simplemente la reciben sin comprenderlos.
La segunda parábola, reside en que la literatura es una biblioteca y como tal “se encuentra ocupada, es una biblioteca llena de libros”. En esta imagen existe un valor y es que “hay libros nuevos que intentan entrar a la biblioteca y para entrar tienen que sacar a otros que ocupan su lugar. A veces se le hace lugar a un texto nuevo, otras, cae en la indiferencia y el olvido”. Generalmente ocurre, planteaba Jitrik, que hay libros que ya están y no se dejan empujar “esos libros que no se mueven de sus sitios, ¿serán los fundadores? ¿Y justamente por eso no se dejan expulsar?”.
En parte estas declaraciones contribuyen a repensar un tributo a la Sociología puesto que existen ciertos programas de lectura de los estados que se pueden atribuir a las Naciones. Sin dudas “si la inmovilidad es el argumento de lo fundacional, queda flotando un fantasma de la ‘nacionalidad’”. Es válido pensar entonces “la fundacionalidad a partir de tres vías: la apertura, el implante y la consolidación. Entre los textos que presentan el carácter de apertura, Jitrik mencionó a Rubén Darío, como un texto que “hace pensar y que abre”, también se posicionan aquí; “El facundo” y “Trilse” de César Vallejo, entre otros.
Las disertaciones plantearon otras opciones de análisis, Aira leyó su planteo, mientras Jitrik buscó dialogar con el público.
Las emergencias de lectura de las obras fundacionales en la historia literaria son consecuencias de lo que Michael Foucault denominaría “la voluntad de verdad de época”. Inevitablemente no hay lectura sin convenciones interpretativas que regulen signos e imaginarios propios de cada momento histórico. Es imposible imaginar leer un texto fundacional sin situarnos en su emergente de época. Seguramente hoy podemos hacer lecturas renovadas de los textos inaugurales pero inevitablemente en el futuro las lecturas que hoy son emblemáticas y vanguardistas, tendrán otros criterios de análisis, otras modalidades de recepción y nuevas formas de verosimilitud. Entonces veremos y leeremos a nuestra época, con otros ojos.


Ana Paula Rosillo.

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